Exposición en el Instituto Cervantes de Viena
Del 19 de abril al 31 de mayo de 2012
LOS ICONOS DE LA FACTORÍA
Javier Ramírez González
Director Centro de Tecnología de la Universidad de Málaga
A la Ley Seca americana respondió Hollywood con una casi inabarcable saga de películas de cine negro y, de manera más subliminal y extendiéndose más allá del mundo del hampa, con una especie de Ley Húmeda sustentada en el lujo plástico del beso. Un conducto argumental que diseñó el imaginario colectivo de varias generaciones y fue para muchos, y muchas, el manual didáctico básico del que detraer experiencias útiles para la vida real.
A la vuelta del tiempo, y en una horquilla temporal que abarca desde 1928 a 1950, Factoría Pláxtica trae a la Sociedad de Amigos del País la exposición 10 besos de amor y una píldora desesperada –más que una píldora, un catálogo completo del fármaco levitador– que incluye además de los diez besos espaciales otras doce obras pictóricas. Dentro de la misma unidad de estilo, uso narrativo del color, aproximación al imaginario colectivo desde una sensibilidad poética no exenta de humor ni crítica social, que dan carácter singular a la producción de Factoría Pláxtica, se aprecian dos discursos diferenciados, en gran medida antagónicos y, sin embargo, complementarios.
De una parte, el repertorio de besos, expreso homenaje al maestro Eugenio Chicano. En estos besos estelares, Domi y Víctor juegan a emparedar a los iconos del celuloide entre un skyline imposible, que oscila entre el cilindro de la Farola y el Centre Pompidou, y lo más rentable de la botica. Provocan la pregunta inmediata ¿sería posible Cary Grant sin el Pompidou? ¿sobreviviría Humprhey Bogart sin Cialis?, y así hasta diez interrogantes que se encierran en ¿seríamos nosotros mismos sin ellos?.
De otra, la obra nuclear del retrato de grupo. También aquí el panorama urbano que sirve de lugar de encuentro a los personajes, reunidos una sola vez por Víctor y Domingo en el cotidiano imaginario. A diferencia de los besos, donde las parejas viven instaladas en su dualidad cinematográfica, estos otros retratos convierten a los personajes en actores que se enfrentan al espectador. Se agrupan en un reto de miradas frontales y obligan al observador a situarse en el contraplano de su tiempo.
En cada una de estas obras Factoría Pláxtica logra reubicar nuestra sensación de realidad, que no es sino el trasunto de la percepción de esa realidad en un espejo ilusorio que, por repetición, logra tomar cuerpo en nuestra memoria. Una propuesta que invita desde la expresión plástica a la reflexión sobre el mundo real: el mundo de las imágenes.
Acontece, que no es poco